jueves, 22 de noviembre de 2007

Amor Express

Encendía un cigarrillo pensando en todo lo que me habían pasado últimamente. Mientras aspiraba profundo, venían a mi mente los acontecimientos que me llevaban hasta ahí, a ese momento, el instante en que no echaría pie atrás.
El humo nublo mi corazoncito en tanto me decía, esta noche no habrá sorpresas, no para mí.
Miraba por entre la bocanada que exhalaba, a todas aquellas gentes que no me importaban, solo estaba asechando a la presa.

****
Esa tarde en el gimnasio, había sudado más que nunca, esperaba algún orgasmo aeróbico a falta de otros más tradicionales, como recompensa al esfuerzo de intentar botar una basura de la que antes disfrutaba.
Eliminaba de mi sistema pensamientos perversos de los últimos meses con el, estas ideas, escurrían calientes, y profusas junto a mi transpiración, extrañamente color azul.
Frente a mi, se paseaban, pavoneaban, tantos cuerpos hermosos, empapados, expectantes… Nada importaba en verdad, estoy fuera, y externamente, no deseo pasar frío.
Tomaba algo de agua, me secaba el sudor con mi toallita, mientras uno a uno se iban a sus casas.
Ya era bastante tarde, solo quedábamos mi presa y yo.
Cerca de la hora del cierre, me acerque a las maquinas donde ya había trabajado bastante. Entonces pedí ayuda para mover uno de esos aparatos algo pesados. Las hormonas se elevaban por el aire y en esa posición tan sugerente y tan cerca uno del otro, era inevitable percatarse de lo que provocaba en el. Pero no hablaba.
Entonces fui yo quien lo dijo- no deseo ir a casa -
El, todo afable, me comento que tenía una reunión con amigos, que verían un partido de fútbol mientras hacían un asado. Mm, asado, era lo único que me llamaba la atención, la carne.
Le quede mirando, mientras me arreglaba el peto que coquetamente dejaba ver un poco más. Entonces “se le ocurrió” y me invito a su reunión.

Llegue bastante tarde, distraída a causa de aquel que me estafaba la atención, ese que me lanzó fuera hacia rato.
De fondo sonaba Depeche Mode, lo había llevado, solo para saber cuando… en the love thieves, ese sería el momento.
Algo nerviosa, por desaprovechar la práctica en estas lides, aparte el resto de cigarrillo, apure un trago de ron y me aplique.
Estaba riendo con sus amigos, me miro de pies a cabeza, deteniéndose en mi escote.
Le pedí que me llevara a casa aduciendo el temor de irme sola. Accedió de inmediato.
De camino, pensé en alguna superficialidad para que hablase. Comente que era una lata que no hubiese bailado nada conmigo, que si se estaba poniendo tímido, entonces nos reímos. - Buena señal, buena señal.
Ya en la puerta tocaba la despedida, no esperaría más. Entonces, le tome y lo zambullí directo hacia mi cuello y escote.
Joven, joven impetuoso, fibroso, expectante. Nada costo seguir besándonos los cuerpos escandalosamente, en esa calle oscura, solo con la luna envidiosa de testigo.
Pasamos a mi refugio, donde urgidos, tal como en ese templo del culto al cuerpo, nos llenamos de sudor en la piel y en nuestros sexos.
Se aceleraba, poco diestro en estos asuntos, a la sazón le detuve y guíe adecuadamente.
La boca, no, mi boca no sería besada. Nos tocamos por completo, sus manos se detuvieron largamente en acariciar, pasando por Venus, siguió bajando diciendo, exquisito, exquisito.
Mordisqueando oreja y cuello, siguió hasta encontrar el clítoris ya húmedo a esas alturas, mientras un ah!, escapaba de las bocas.
No había un te quiero, solo había lo que había, un gran sexo devoto de los santos penes y diabólicas vaginas.
Lo hicimos muchas veces, en todas posiciones y en honor al sudor azul eliminado del sistema aquella tarde, mire por mi ventana hacia el exterior, mientras el muy macho, totalmente suelto y hábil, penetraba por atrás, entrando y saliendo, dejando ver su gran, duro y brillante miembro erecto.
Pasada la orgía, nos mareamos mutuamente en desenfreno, estimulándonos con delirios de inmundicias, envolviendo mi cuerpo frágil, prometiendo suavidad, sorprendente devoción y abandono…
Luego lo eche de mi cama, nos despedimos como nada.
Espero dormir muy bien las pocas horas que me quedan.
Ahora si, estoy fuera, desde mi ventana observando un amor express.

2 comentarios:

Gabriel dijo...

Si hay algo que jamás se podrá negar, es tu talento para con la pluma, te lo he dicho ya tantas veces, pero es necesario anotarlo aquí otras tantas más. Aplaudo tu habilidad y si vieras mi cara a medida que te leo, me sorprendes, dejas una sonrisa extraña y algo cómplice en tu lector...

Un fuerte abrazo a la distancia y un beso...

Cúidate mucho!!!

PD: Más cuidado con los bichos que pululan por ahí, destilando oscuros y añejos venenos... =P

Emilio dijo...

No me sorprende tu talento, son tus escritos los sorprendentes.
Tú, siempre has sido excelente.
Tengo más apelativos, pero ya me retaste por zalamero.
Debo confesar que envidio esa capacidad tuya... y tantas otras.
¿Será por eso que te quiero cerca?
Besos