La llenaras, llenaras todos los espacios con personas nuevas, mataras a muchos más… dejaras tu espacio lleno de cadáveres.
Pero crearas, serás un necrocreador, sin la pirotecnia enamorada y melancólica, porque a la larga…. Ya te iras acostumbrando.
Luz Casal suena mejor...
Agresivo, pero uff!!
Ya que hay campaña antifemicidio...
Cada día se cometen crímenes en que la sangre no corre y en que el moretón no se ve.
El querer se demuestra con hechos
La escritura acomete su labor, independiente de si nos empuja o resucita.
La escritura anuncia tiempos mejores, en medio del desastre de quien la conjura. Es el ejercicio de la colaboración mutua, entre el dolor vivido y la placidez instintiva, el fulgor inicial y la insondable fantasía. Uno escribe como si le dictaran y en el trance hipnótico verbal, redacta sendas cartas a esos invitados infinitos, como si aceptara ser partícipe de reuniones a larga distancia.
El que escribe aplaza su vivencia real, por el lugar que acomoda para sus convidados, dentro de un disfrute personal o para sugerencia de un legado, estructurando un universo que en la realidad cotidiana, le es dado en el fantasear mismo del hacer coexistir: juego y experiencia misma. En la concreción de unidades de sentido, que hace propia en el hallazgo de su identidad vital, lúdica y creativa.
El escribiente construye con la dermis de su piel, en un proceso a veces complejo, donde cruza trazas de momentos con variaciones inextricables de sus vivencias, en la escenografía recóndita que cada albor imaginativo le sugiere.
Aquel que hace de la escritura su oficio, suele verse rodeado de sonidos lujuriosos o apabullantes silencios. En medio de los cuales organiza, espacios densamente habitados o proyecta las soledades más abruptas, mientras tiende puentes o abre unos abismos inescrutables.
La escritura recoge nuestras apariencias del mundo y las eleva o las sumerge, al tiempo que especula con la realidad y la desnuda, la recubre o la re inventa tantas veces, hasta volverla indescifrable. El acto creativo se transmuta en equilibrio con el medio ambiente. Se hace partícipe de la coreografía de la vida misma, la confunde. Quien explora estos terrenos nunca tiene demasiado claro, dónde está plantado o cual es el horizonte que debe perseguir. Se nubla. Enceguece sus sentidos y a la vez alumbra. Ilumina con desvelo aquella habitación secreta donde se trabaja.
Escribir es entregarse a los ramales de la experiencia misma, bordeando una alameda en sombra permanente, en medio de truhanes y personajes en ciernes, bosquejados con seguridad y dotados de un perfil ad-hoc a la propuesta. Sea que se trate de una mínima silueta, o de una concepción marmórea que establezca con suma transparencia, el papel que el autor ha asignado a cada uno.
Finalmente. Escribe quien espanta, quien elabora estructuras de sentido. Quien anhela. Aquel que está perdido de cierta manera, o el que busca una respuesta de alguna forma. Quien acude a satisfacer un placer o una ilusión, o quien aspira descubrir sus propias cotas técnicas. Quien no debe y quien no tiene idea total, es el espejismo idóneo a todos los participantes de esta fiesta. No discrimina, ni en el resultado ni en la calidad de su recepción definitiva, así las cosas, nada más escriba.
Y así es
Justo como dijiste que sería
La vida sigue fácil para mí
La mayor parte del tiempo
Y así es
La historia más corta
Sin amor,sin gloria
Sin un héroe en su cielo
El esnob irrespetuoso,
asesino del tango, Piazzolla,
te tento en su simetría
Fue un exabrupto híbrido
de armonía disonante
Nacido de un compás crispado y melancólico
del baile sensual y mis tacones
Porque existe hambre y bronca
como un tango, en mi conducta y relaciones
Crecí con esta música de la vida
que es violencia emocionante
y hoy versada en estos pasos
Ahora mueres cada día
Que debate, que lenguaje,
Aun me inspiras, aunque sea rabia.
Adiós Nonino
Adiós amigo
Recuerdo una época cuando por el tiempo disponible, escribía bastante sobre qué podría constituir el término Arte. Desde una perspectiva poético-filosófica, estructurada por el no despreciable contenido vivencial de mis años de práctica, en algunas disciplinas que podríamos adscribir al copioso universo del Arte. Llámese dibujo, pintura, grabado y otras, de las que habitualmente damos en llamar: Artes Plásticas, o más exactamente Artes Visuales.
Evidentemente esta práctica, fue constituyéndose a partir de su componente vivencial, de un individuo tal que hace y aprende en el mismo instante de ejecutar una labor, sea esta pintar con diversos materiales, dibujar en distintos soportes, o bien producir textos poéticos, sin el influjo de escuelas o talleres literarios, grupos de amistades o apadrinamiento alguno. Provisto sólo del afecto y la cercanía que determinados autores con sus obras, despertaban una y otra vez en mí.
Me preguntaba constantemente acerca de cuál sería la definición más acertada al respecto o, de cuántos de nosotros participamos realmente, de este vital y energético influjo, entendido como una disciplina llena de vibrantes posibilidades de expresión.
Supongo que en aquel tiempo mis reflexiones tenían bastante que ver, con el mundo de la carrera que había terminado recién, e igualmente, con aquella nueva en la que me estaba adentrando.
De mi primera carrera egresé con muchas preguntas y es claro, que la del significado del Arte fue la principal o al menos, la más recurrente. De hecho, si analizo mis concepciones caracterizadas como “artísticas”, de mi etapa escolar y media, debo reconocer que no distaban mucho, de aquellas con las que concluí mi formación como Licenciado en Arte.
De las mismas admito que eran, bastante inocentes e ingenuas por no decir ignorantes de frentón. Lo anterior aún cuando para mí, la práctica de una disciplina plástica era un asunto habitual, constantemente refrendado por galardones y participaciones destacadas, en concursos y eventos del ámbito de las Artes Plásticas y, alguna que otra vez, del mundo literario adolescente, aunque harto más acotado.
De la pregunta por el significado del Arte, puedo decir que nunca se responde del todo. Como aquella interrogante sobre
Ahora, si se trata de ponerse específicos diré que en Artes, las palabras son como esos sólidos, que desaparecen así de fácil, citando a Wittgenstein o más bien, jugando con su decir. En Artes se juega, se prueba, se entrelazan las experiencias, se nutre de ellas cada individualidad. Se expresa aunque sea en disonancia. Es el sentido más auténtico y al tiempo dinámico, que he podido atesorar del Arte. Y ni siquiera diré del Arte con mayúsculas, como de ese que resplandece en los altares de los tiempos históricos; desde los avatares clásicos de los griegos y muchos antes.
Practicar una disciplina de manera constante, implica poner los ojos en la tierra, pero muchas veces, los pies en el aire. Porque la experiencia creativa de producir un algo, donde antes nada había, supone un encuentro con la variabilidad y el destiempo. Con aquello que nos intimida y revoluciona. El mundo mismo de cuyo amparo a veces huimos. El que hace un trabajo o elabora una propuesta, está cimentando sobre su propia vivencia, única, intransferible, irrepetible y no sujeta a la mirada de terceras personas. Al menos, no en una primera instancia. Hacer es crucial para el Arte. Se construye mientras se anda y a la vez, se deja atrás o se destruye y abandona, con la virulencia o placidez, de una justa misteriosa, de la cual nunca tenemos muchos antecedentes.
Aquel que vive su tiempo, desde su aprendizaje plástico o literario, va armándose por un sendero a ratos, lúgubre; pero por momentos también luminoso. Como si las fases de un mismo día se sucedieran sobre nuestra frente, a medida que avanzamos en el andamiaje insospechado de una propuesta.
Ahora, cuando se trata de aunar estas esferas de pensamiento, y ponerlas en un mismo sitio, es natural que se aprecien aquellos contrastes tan propios de la naturaleza humana. Sobre todo cuando se trabaja con las sensibilidades y los paradigmas particulares de cada uno. Pero es esto mismo, lo que a la larga nos permite dilucidar de alguna manera, lo que es el Arte, como una muestra de vitalidad y convivencia interminable y dinámica. Instalados en la reflexión que implica el ejercicio de mirarnos, en la trastienda de nuestros propios deseos, anhelos y reflexiones. Al descampado de nuestras seguridades y en el entendido, que las direcciones que seguimos suelen ser a menudo, contradictorias.
Tomemos por ejemplo la plástica, como un mundo de sentidos que me resulta muy familiar. En pintura puedes comenzar tu aprendizaje, ya sea por la vía oficial es decir: en cursos, escuelas, talleres libres o en la academia (Bellas Artes o Universidades); la llamada senda “oficial” que a menudo facilita y acorta los tramos que un aprendiz, al menos en teoría debiera transitar. Pero sucede que a veces, uno se siente tentado a evitar esos círculos “oficiales”, y se dedica más bien a una búsqueda personal de referentes y resultados. La vía “autodidacta”. Aconsejable para ciertas formas mentales, que sean capaces de superar su propia y natural tendencia a la autocomplacencia, y al logro efímero, de metas relativamente fáciles. Ejemplo. Si eres un pintor realista o naturalista, riguroso con el oficio para obtener el máximo de parecido con tu modelo, es altamente probable que estés familiarizado con ciertos patrones de trabajo, constantes y adecuados a tu práctica pictórica. Y no seria extraño que dicho repertorio de recursos, en algún momento de tu hacer plástico, volvieran tu ejercicio cotidiano en una rigidez de mirada, que te impida digamos, percibir las ambigüedades propias del ambiente, como pueden ser los propios conceptos, o la que consideramos nuestra realidad inmediata. La utilización de los instrumentos técnicos, o la mentada relación problemática con las Musas. Cualquier aspecto de esta inmovilidad, lesiona nuestra libertad para concebir mundos nuevos, en planos que hasta entonces nos parecían, inasibles o demasiado intrincados; complejos o inadmisibles. Para el pintor clásico, de procedimientos tradicionales y mirada estática, no hay un margen que traspasar y menos, un linde por descubrir. Lamentablemente y al contrario a lo que suele pensarse, en pintura esto ocurre bastante.
¿Podría suceder lo mismo con la literatura?
Ahora, sobre escribir como experiencia de auto-conocimiento y exploración, creo necesario establecer algunos puntos referenciales. Aquel que ejecuta esta labor expresiva, muchas veces lo hace en el entendido de que es su voz, la que deviene plasmada como un trasvasije, de repertorios relativos a la propia identidad. A la manera de un traslape o proyección del cosmos interno, aún si lo descrito en el texto es real, inventado o una mixtura indistinta y homogénea. El poder que el autor confiere a su escrito, rebasa con creces aquello que el mismo esperaba obtener, siempre y cuando se lo permita o se autorice a hacerlo. Y me refiero a poner en líneas, con autenticidad y sentido lúdico, sus motivaciones y aquello que a primera vista, no resulta tan evidente. He ahí la magia del texto.
Finalmente, considero oportuno realizar un alcance. El Arte como actividad humana soporta mucho sobre sus hombros pero la idea, es subirse en ellos a disfrutar de sus muchas y siempre florecientes posibilidades. Como si fuera un poco juego y un tanto de risa, una medida nada despreciable de diversión, y una pizca de bibliotecaria seriedad. Hacer Artes es vivir en un sentido diferente cada día, respirando la sutileza cambiante de nuestra realidad, sin la prisa enervante del tráfago cotidiano. Significa aprender poco a poco, a amar lo que eres y tratar de manera cariñosa tus propias acciones. De la forma cooperativa o combativa que prefieras, dando siempre la pelea a fondo y respetando tus ideales, sin considerarlos tótem ni monumentos de piedra inerme, carente de perspectivas. En resumidas cuentas, practiquemos el Arte como si fuera, nada más que vida perfumada a nuestro alcance.
Me gustan las flores de tu pieza
y el perfume enamorado de tus sábanas
en la oscura calma,
humedecida de tu vientre
y en el abrazo
apretujado tras tu espalda
me desespera y me reclama
y me hace unas señales
tu espalda
me alarga su estampa
o me invita tiernamente
me llama y me acoge, me abraza
tu espalda brillando, salobre
duna hirviente de mis sensaciones blancas,
como un omóplato en mis labios, aferrándose
rayos
uno dice cosas elocuentes y acariciadas
en el recuerdo misterioso y plácido de una espalda.