lunes, 22 de junio de 2009

Paranoia

Pasada la media noche, llegó al paradero de colectivos.
La atmósfera era pesada, irrespirable y las sombras se iban adensando.
Esa noche sin ruido y en una ciudad ausente de luces, su mente llenaba de angustia su alma, entregada a lúgubres pensamientos.
Sin apresurarse, se puso en marcha.
Su voz interna le decía:

-¡Se diría que todo el mundo ha organizado una conspiración contra ti! Esto es de todos los días…

Hallábase sumido en sus reflexiones, cuando vio detenerse ante él a tres jóvenes. Dos eran grandes, corpulentos; el tercero, bajo y giboso.
Instintivamente su mano fue directa al bolsillo, donde portaba una luma.

-Seguro que a ti te conozco! - Le dijo el más bajo

Sin hacer caso, siguió de largo, apresurando el paso hacía el colectivo que acababa de aparecer entre la bruma.

-¡El señor está de buen humor! -Se reían
- No le haremos nada, no me gustan los hombres!!!
- ¡Palabra de honor!
- Y, hablando así, le dio un palmetazo en la espalda.
- ¡Oh, tu honor! No daría yo por el un peso.

Eran unos jóvenes que estaban completamente ebrios.
Volvieron a reír, mientras apresuradamente El se subía en el colectivo.

- ¿Va por la sede María?


A lo que la mujer respondió afirmativamente.

-Una mujer manejando - pensó.

Sus cabellos negros, como plumaje de cuervo, se batían al viento, pues llevaba la ventana baja.
Miro de reojo a quien conducía, era tan parecida a Ella.
Volvía a sus imágenes

- Todos procuran fastidiarte.
- En especial ella. No me escucha, no me quiere entender. Pero ella te cautiva, te engaña, te molesta, te acompaña, te seduce y te enamora a veces. Pero NUNCA MÁS
.

Paso por su mente una sombra.
Se quedo blanco e inmóvil.
Su corazón en silencio, se cubrió de nubes.
No podía mirarle nuevamente. Era Ella!

Comenzó el ascenso por el cerro y la velocidad en las curvas también.
Venían a su mente, todas aquellas frases para el bronce dichas.

-Si me dejas y me entero que estas con otra persona, los mato a los dos. No serás de nadie.

Frío y completamente pálido, sudaba hielo y se aferraba al asiento.
Intentó abrir la puerta del vehiculo, pero no pudo.
Solo deseaba bajarse de ahí, ella lo mataría, morirían juntos.
Su corazón se aceleró al punto de salirse por la boca

No puedo más —murmuro—.

En aquel momento el vehículo se detuvo

- Llegamos a la sede.

Ella liberó el seguro de la puerta y El rápidamente se bajó.

-Señor, aun no me ha cancelado!!!.

Aun tembloroso, saco unas monedas y le pagó.
Aprovecho de mirarla de cerca, pero no era ella. Ya mas tranquilo, se fue directo a casa.

Llamó por teléfono a su madre para que le abriera la puerta. Ella le fue a recibir, más cariñosamente de lo que normalmente lo hacía.

- Querido, mira quien te vino a visitar.

En ese momento cayó como una piedra sobre uno de los sillones y todo bajo de volumen. La luz de la lámpara se murió un poquito.
Ahora si, era Ella.

-Solo pasaba a visitarte, se que no te gustan las sorpresas, pero ya estoy aquí.
- Si hijo, ella ha hecho un largo viaje, no todos los días se llega desde Australia. Le dije que te esperara.


Ella, la misma de aquellas fotos, de aquellos recuerdo. La misma de la pintura que colgaba en su dormitorio. La misma que había perdido hacía años. Aquella felicidad que asesinaste.
La misma que lo dejó.

Pensaba- ¿Que edad tendría ya?, ¿45 o 46 años?. - Pero se veía estupenda.
Entre tanto el se repetía: Que no susurre a mis oídos sus palabras. Estoy bien con mi soledad. Sin la felicidad que asesinaste

- Solo pasaba a verte, para que nos juntemos mañana. Vine con mi novio. En el hotel tengo un regalo que te prometí hace años…

Ella hablaba pero el no le escuchaba, solo la miraba, como antaño, en términos de colores y trazos.

Al terminar, se despidió con un beso y abrazo a su madre. A El. solo pudo darle la mano y un abracito apenas permitido por la rigidez de sus músculos.

Esa noche El no comió, ni tomo la copita de ron que bebía cada noche.
Solo se fue a dormir.

Esa noche, su estomago se revolvió, su cabeza estalló y sus celos regresaron.

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