martes, 9 de junio de 2009

Sordida DePrisa

Hay cosas que no se aprenden en los libros
Quienes piensan demasiado, a veces no saben usar el corazón.

A Priscila, la piel arrugada se le notaba poco con el blanco y luminoso cielo. La luz le acompañaba en ese día, le hacía ver radiante, como si no tuviese 36 años de malos pasares.

Estas vieja, se decía esa mañana, y se te nota la caída del cabello en la sien, lo mismo que las canas y las patas de gallo mirando a la cámara.

Potente, macabra, con hedor a puerto proveniente de la v región; la gestora cultural, se vestía y caminaba para parecer cosmopolita y del ambiente.

Ella sigue el procedimiento del gato, que después de hacer sus necesidades fisiológicas las huele, las mira con recelo y después las oculta, cubriéndolas con tierra; aunque siempre dejando un resquicio de sus fecas, su mal olor, justo donde está el cuerpo del delito: su crítica solapada.

Hoy su aliado no le acompaña. Era la amante de un hombre que aparece en un día lluvioso y desaparece al otro. Estaba en esas relaciones en que no necesita decir siquiera “esta boca es mía”.
Pertenecían al mismo ámbito de la mafia de “Los Intocables”, probablemente hoy se verían.

Pero en esta ocasión, que se volvieran a encontrar no era fácil, se trataba de un rompecabezas. Una serie de parpadeos y gestos que permitían confirmar la seguridad y la comodidad de sus espacios y realidades, hoy reunidas.

Entre sonrisas deambulaban por el lugar, así como los rostros lúgubres, develando la soledad a la que los seres humanos pueden llegar.
En una total desconexión con la realidad, sin definición ni identidad, todos vivían su propia fantasía de pavo real dentro de la galería.

Era la tarea de todos, mostrar sus dientes al lente y buscar repetir las situaciones observadas, sin pretensiones ni cuestionamientos al escenario circundante.

Solo una chica mal hablada, en medio de todo este carnaval, casi en forma involuntaria, caminaba contra la corriente. Era uno de esos seres que muestra las partes no compartidas del pensamiento, tal vez incluso del subconsciente; de esos bichos raros que aparecen de cuando en vez.
Él, le presto su atención, mientras Priscila coqueteaba con su celular.

Había que dibujarse, colocarse en pose intelectual para el periódico, olvidarse del marido, policía aburrido esperándole en casa.
Priscila, negra como su alma, está feliz, camina, pasea y trabaja con Él, entre su teléfono, el lente y la cama.

Ya nada ni nadie le molesta, nadie estorba su espacio, pues la chica menuda de malas palabras ya no llama la atención; fue asesinada por su propia ambición, retirada, anulada. No habrá fotos de ella en esta exposición, quedo sentado que su obra es solo basura.

La princesa de ébano, goza del favor de sus pseudoenamorados que le adulan y sonríen.

Quedó instalada en la mesa de café, esperando con su capuccino hirviendo a que vuelva su amante perdido.

En las ideas de Priscila, en sus escritos, en su viaje, en su mente, las otras han desaparecido. Mientras tanto, en su cama, Él se encuentra con la de malas palabras.

Hoy Priscila, se siente importante.

http://dafne-en-viaje.blogspot.com/

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