sábado, 22 de septiembre de 2007

Tren al Norte... No, no no, Mejor al Sur



-Mejor deje un pie en el suelo.

Eso decía el señor que nos recibía a la entrada de la estación de tren.

No era mi intención viajar este día, menos aun en fiestas, además, siempre es mejor ir al sur, que viajar al norte.

Estación San Fernando, mi pie aun estaba en el suelo, esperando a que el señor viniese con unas gasas. La rodilla no se veía tan mal, después de todo, solo sangraba un poco.

No se en que pensaba, solo resbale y caí de bruces sobre el suelo de cemento.

Ahí estaba con mi pie en el suelo, sería que antes andaba sobre las nubes, soñando despierta para variar…

Entonces ¿que decido?,
¿Me voy en aquel tren o me quedo aquí al resguardo?.

Al resguardo, como siempre, con mi pie en el suelo, con muros invisibles protegiéndome.
¡Y como no!, si soy un mar de sentimientos y enamorada soy un desastre con patas!.

Y siendo un mar de sentimientos, es bueno un muro que deje el centro líquido al resguardo.

Lo mejor es quedarse aquí, tranquila, mirando las nubes, las nubes, calidas nubes, esponjosas…

Es mejor así, porque al norte hace mas calor, porque al norte se anda mas ligero de ropas, porque al norte se nos podría escapar un te amo… un te amo!… no, imposible, eso sucede cuando no esta el sinónimo de un beso…

¿Entonces?
Me subo a este tren!

Nuevamente el señor que amable atendió mi herida, me atiende, corta el boleto y me ofrece ir al bar.
Me hace falta un trago.

Pido un whisky doble, pero el señor está algo distraído.
Dice- ¿señorita que prefiere?
Besos sabor
-¿cariño bitter?, ¿calentura manjar? O ¿amor chip?.
-Respondo- déme de todos- hoy no importa embriagarme.
-Y lo prefiere acompañados de un ¿te quiero mi vida?.
-Le pregunto- ¿Que más hay en el menú?
-¿Y que es lo que prefiere?
-Deseo la carta… ¿se puede?
-Si, todo es a la carta señorita.

Mi rodilla ya no sangra…
-¿Que me tomare?
-Valentía, de esa que lleva sombrillas de colores por favor y póngale un trocito de limón.
-Señorita, le recomiendo que espere llegar a la estación de destino antes de tomárselo. El tiempo le hace bien a este trago.


Pero no hago caso y me lo tomo de un sorbo...
Trago amargo. Joder!, tantos poemas para ella, tantas palabras desbandadas de poeta loco taciturno, herido de muerte por metralla femenina, rotos sus muros, tanta palabra al viento, que alguna tenía que llegar a algún puerto, o ¿es que solo se quedo en el puerto?.

Debería bajarme en la estación NOS, para encontrarme con el amigo poetits. En una de esas me abre más los ojos que yo misma… pero ¿acaso este cuento no era para otra?...
Mejor sigo a Santiago, ya me desvié mucho.

Estoy completamente ebria y eso no es de señoritas!.

Ese licor, tomado de un sorbo, no hace efecto, no deja de darme miedo, solo me dio agallas.
Agallas JA! ¿Me transformare en un pez?... Ja! un pez volador.

Y es de humanos tener miedo, en especial cuando el muro de un hombre ya fue roto por una mujer y en su lugar solo queda el deseo de taparlo con alguien, sin importar si encaja, amoldándolo de algún modo, para que lo que esta dentro no siga saliendo, para tapar la herida sangrante, para curar el orgullo roto, el ego herido…

Si, un te amo, es buena amalgama… es como tapar con trocitos de otro, sin pensar en el otro.
¿Como era eso?... un clavo saca a otro clavo… no, no era así… los clavos dejan hoyos en los muros y ellos quieren taparlos todos…

Hey tu!
Si, el del otro cuento. Mejor cure primero sus heridas, deja a la chiquilla en paz, que no es ladrillo de nadie!
Hombres!!!.

-Uy!! que costalazo señorita.
-Ah!?
-Sigo en la estación de tren.
-¿Que dolor!. Mi rodilla sangra, la cabeza me da vueltas.
-Señorita, mejor deje un pie en el suelo mientras le traigo una gasa.

Y me repito a mi misma.
-Si, mejor deja un pie en el suelo...

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