sábado, 22 de marzo de 2008

Despertar

El despertar de esa mañana fue distinto, es como si se hubiese sacado un gran peso de encima.
Tenía las manos pegajosas con sangre, producto de los capilares de su nariz que se debilitan cada vez que tiene dolor de cabeza.
Le dolía la cabeza, pues la noche anterior no había sido de las mejores.
Había tenido discusiones sin sentido y monumentales con gente a la cual ella quería demasiado.
Estuvo a punto de terminar con todo aquello, hacer una gran tormenta que descabezaría a medio mundo.
Se levanto, anduvo desnuda por su casa y a pie descalzo como a ella le gusta. Comenzó a disfrutar nuevamente de aquellas cosas pequeñas que le llenan el día.
Tomo su café amargo, pensó en llamar a alguien, pero prefirió que no, ese día disfrutara de su libertad.
Saldría por el campo a buscar flores, caminaría sin prisa, saludaría al viejito que vende pan amasado en la esquina, regalonearía a su gato.
Ella ya no desea planificar mas, solo quiere vivir.
No recordaba por que le dolía tanto la cabeza, fue de tanto pensar, cuando dejo de hacerlo, comenzó a ser más feliz.
Esa noche había asesinado esa parte de ella, que le producía tantos problemas.

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