jueves, 16 de julio de 2009

Visita Mensual

No hay peor amor que el no correspondido
y mientras más insistente, menos correspondido


Nunca más, era la frase que hoy silbaba en su cabeza.
Pensar ya no servía de nada.
Fue al baño y tomo una larga ducha.
Se perfumo como si fuese a una reunión importante.
Hoy tomo su pelo muy en serio. Normalmente cuando no se sentía bien, este se desparrama, quedando en estado de guerra, como sus pensamientos.
Nada, nada haría recobrar esos minutos preciosos que hoy había desperdiciado.
Los minutos avanzaban, cada tictac era un balazo directo al pecho.
Pero no diría nada, las cosas eran así.
No se veían desde hacía más de un mes y desperdiciaron sus tiempos.
Cada uno atendiendo lo suyo, sumergiéndose en conversaciones sin sentido.
Planificando cosas que nunca realizarían.
En verdad no, no habían planificado nada, porque, no había nada que planificar, ellos no planificaban. Planifican quienes tienen planes de futuro.
Antiguamente en sus planes solo estaba el verse de nuevo, cuando se pudiera; cuando se quisiera.
Pensaba en todo aquello y en si quería aun, mientras surgía con su cuerpo humeante de entre el vapor.
Se secó y puso ropa bonita, pero no demasiado ostentosa, lo suficiente para un funeral.
El, solo atino a preguntar si iba a salir.
No se imaginaba que solo quería estar bonita, para si misma y para El.
Luego de otra conversación infructuosa, ella solo atino a guardarse los sentimientos y sentarse.
En unos minutos más, El se iría nuevamente, quizás, para no verse, nunca más.
Sucedería como siempre, como lo decía El “yo no se lo que pasará en el futuro”.
Y no lo sabía.
Ella ya no reaccionaba frente a sus imperativos, hoy, ya no sabía si quería saber de El.
Las cosas ya eran suficientemente complejas, como para complejizar aun más.
El tiempo pasaba inexorable, no solo por aquellos minutos desperdiciados en tonterías, eran minutos que dejan hambriento al amor.
Ella envejecía y su tictac vital también.
Pero el no se daba cuenta, tampoco de su propio tictac.
Esa tarde solo fue un extenso adiós, que no concluía. Un profundo sufrimiento, una larga preparación para la partida, anunciada antes de la llegada.
Las cosas son así y tu lo sabías, se volvía a repetir.
Entonces, El, cerró la puerta tras de si, mientras el corazón de Ella, volvía a latir acelerado al punto de la muerte. En su cabeza solo resonaba, nunca más.

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