El le dijo te quiero una vez...
Ella demasiadas…
Demasiadas, demasiadas y pensaba mientras borraba uno a uno cada uno de sus escritos, cualquier cosa que la recordase a ella, ella, la triple x.
Finalmente y en realidad triple x, incógnita, desconocida para mí, reconocida solo a través de los otros y el relato de el.
El me lo pidió y lo que el me pide es mandato divino.
Llore, llore a mares, no porque borraba finalmente a quien había sido mi rival, sino más bien pensando en la pobre incauta que tendría que darse la titánica tarea de borrar mis recuerdos en letritas, uno a uno.
Le necesito y entonces, me cuelgo al teléfono, me cuelgo del cordón del teléfono y me ahorco en la conversación.
Con suerte soy una maraña de huesos, carne, piel y sentimientos, que deambula por la vida y que esta completamente perdida.
Anoche las estrellas no me quisieron aplastar.
A cambio hoy me zambullo es los colores, pero termino solo en el fondo de ellos, el punto ciego donde el negro me recorre... sin colores.
Por eso el blanco, el blanco estaba lleno de simbolismos, era mi forma de decir, me gusta lo que haces.
Por eso te regale los blancos
Hoy no son los amigos celos que me acompañan, es saber que no importo.
Soy tu anónima admiradora que volverá al anonimato.
Y terminé, la hice desaparecer.
¿Ahora quien lo hará conmigo?
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