lunes, 16 de marzo de 2009

Solo queda, dejarle ir...


Hoy he tenido mucho trabajo en la oficina, al punto de no saber que pasa a mi alrededor.
En un único momento que tuve para estirar las piernas fui a la cocina.
Al llegar, le encontré, abandonado sobre la mesa.
Estaba frió, inanimado, sin la fuerza humeante de su néctar amargo, de su aroma intenso solo existía un “ya no más”.
El café se había enfriado y solo quedaba dejarlo ir por el desagüe.

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