lunes, 28 de enero de 2008

Carta abierta a Monsieur Bouffon


Porque escribo, buena pregunta del amigo Pompier.
Puede ser, porque apareces en un escrito y luego deseas estar en todos. El ego es algo que fulmina y le deja medio turulato.
Tranquilícese señor, que hoy no obtendrá su respuesta. La retórica aburrida de los paseos por el sena, ya me cansa. Prefiero juntarme con amigos, de esos que llamas vulgares, que no tienen tema.
No lo niego, pueden ser así, pero son puro corazón, un nuevo impulso de eventos distintos.
A veces hay que salirse del mundo, para meterse en el mundo, como si fuese una receta; estar rodeado de mundo y elevarse por sobre el.
Pero, monsieur, no me recuerde que sufro de acrofobia!!!
De la caída mental de ideas, me salva el sonido.
El teléfono suena y la señora del aseo caza moscas, el teléfono suena y el niño que esta al frente explora su nariz, el teléfono suena y no quiero contestar, porque se, que eres tu monsieur correcto – incorrecto.
Incorrecto, malo, truhán, dices que no tengo historias que contar, pero las vivo. Todo ha sido muy sórdido este último tiempo, de eso no quisiera escribir.
Ni las mariposas se salvan del despelucamiento. Un chico que habla perfecto francés te transforma en matón de las letras, hombre que ya no brillas, nuevamente tienes el valor para centellear, en explosiones multicolores de conejo pascuero.
Mientras que aquel que cambia el medio, transforma su entorno y se va. Me siento en abandono.
Ya no esta, la chispita se fue, entonces ¿porque escribo?
Pues porque hay que escribir, porque si no lo hago me muero.
Pero que sabe usted de eso monsieur, usted ya esta muerto.

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