lunes, 20 de abril de 2009

Golpes.

Mi morada sin niebla,
con buenos ojos
la vería desde aquí.
No se trata de simple fatiga,
es que ya no veo

Bruscamente, no,
a la fuerza, a la fuerza,
no pude más, no pude continuar.
Alguien me dijo,
No puedes permanecer ahí…

No puedo decir
que en el valle brilla el sol.

Estoy en la excavación
que los años han labrado.
Tendida boca abajo
sobre un suelo negro
donde se estanca,
un agua amarillenta.

No soy yo.
Todo es ruido,
y negra turba ácida
bebiendo mi vida
y sus viejas muletillas.

Para ver,
se han llenado mis ojos de legañas.

El mal fue hecho,
un día que salí a rastras.
Me arrastraron hasta aquí,
por eso vine.

Lo esencial, lo jadeo,
con palabras de humo.

No puedo quedarme,
no puedo irme,
¿No estábamos en un plano
bastante distinto?.

Una pintura previa,
batallaba en ampliar
el estado de un compromiso.
Puedo ver el compromiso
de la pintura del pasado
que deplora tras un golpe.

Varios golpes.

Yo no lo deploro
a pesar de ver
mi propia sangre
desparramada por el suelo

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