miércoles, 20 de febrero de 2008

A la Deriva


Te vas y me dejas sola aquí, en este buque flotando casi a la deriva.
Lo muy visual no es lo mío, lo escrito, es la parte que me corresponde y aunque me hayas enseñado algo de tus artes, nunca tendré tu talento.

Me apena que no estés, y ya se que no es por ti mismo, pero, aquí viene el pero mayúsculo, me haces falta hasta para respirar, que es mi escribir.

Dejarse llevar por la inocencia del sentir, sería como dejar que una noche de ron me transformase en niña que teme ser abandonada. Divagando mareada en oleadas de suspiros, inhalando profundo por el miedo a caer.
Me siento sola, aunque se que estas, aunque me dijiste que nunca me dejarías.

Despierto gritando en las noches, por aquellos fantasmas perseguidores de niñas, y con voz muy bajita te llamo, por si me pudieses oír.
Aun castañetean mis dientes por el frío de la noche, buscando refugio o un buen puerto, para este nuestro barco que quedo mar adentro… espero por las tormentas, pero no siempre soy tan fuerte.
Barco fantasma, eso me recuerda a Wagner y el Holandés Errante…
Por mucho que insistan en ahogarme en un mar de dientes afilados, seguiré buscando algo que transforme el agua de mis pulmones en respirable, y con dulce sabor a menta.

Me siento amordazada, atada de manos, demasiadas cosas dentro y ya no se vomitar el alma, nadie sujeta mi cabello y el corazón se me salio por la boca en una bajada de cerro.
Aun lo busco por ahí.
Tal vez está entre mis sabanas verdes o quizás la azules, escudriño para encontrar aquella manchita roja que late, como las luces de un semáforo en “pare”, por las calles de Valparaíso.

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