martes, 12 de mayo de 2009

Sirena



Mi niña, me decías con voz áspera,
llenando de sensualidad emborrachada
tus palabras y gestos imantados de ternura.

Metías tus manos entre esos muslos de entonces.

Yo me dejaba atrapar con suavidad
domesticada por tu lujuria.

Nuestro barco partía en medio de la tormenta.
Me vi obligada a bañar desnuda,
descendiendo por la proa cubierta de espuma.

Me llevabas a la playa cercana
dejándome boca arriba
sobre la arena iluminada por la luna.

Alternábamos en los vaivenes,
atrapada por tu boca pegada a mi espalda
pidiendo que me mordieras sin compasión.

Amanecí borracha junto al muelle,
despertando de mi pesadilla de niña venida a menos.

Llena de recelos me dejaste sirena.
Muertas mis piernas en tu océano,
las escamas hoy reemplazan tus caricias

¿Regresaras marinero?

Vagaras por mares en que los cuerpos aprenden a quebrarse
hasta que extrañes nuestro perfecto orgasmo en alta mar.

Soy tu tierra y tu deseo en cruz,
por que soy el animal de tu contradicción
el llamado a puerto para aquel barco tuyo.

Soy el delirio del delirio que te atrae a tierra,
quien minuciosamente te recuerda
que ya no me podrás abrir en los altares del sacrificio.

Escucharas mi canto enamorado
y me seguirás desnudando a la distancia,
azorado y erecto.


Espero por una puerta abierta
a nuestra cama voladora,
a que quites con tu lengua mi piel de pez

En el goce, seré tu hembra
en el sol de la mañana, de cada beso
en la oscuridad sagrada de tus abrazos pegados a mi espalda.

Búscame en medio de la noche
y clava tu tridente en mi corazón agrietado.

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