viernes, 13 de junio de 2008

Día de campo con tormenta


Mientras recorría los rincones de mi tierra, me he quebrado el seso escuchando música estrambótica, buscando un espacio para disfrutarlo.
Pero nada.

Los sonidos se mezclan.
Los queltehues, ya sabes, alharacos como siempre.

Brisa entre los árboles, lluvia en baldes furiosos caídos desde el cielo.
Era nuestro querido San Isidro que nos los lanzaba con estrépito, golpeando, gritando entre dientes sus truenos, a las multitudes: apaguen ese mantra, que ahí tiene su agua!.

Torrentes escurriendo en las quebradas, el verde de los pastos asomándose curiosos, mientras los ríos excitados, elevados, vitales, bajan arrastrando y abrazando las orillas.

La música excéntrica en medio de tanto barullo natural, desentonaba.
Yo solo pedía: Silencio

Buscaba bien adentro ese rincón mudo, pero había sido ocupado por una radio con rancheras.
Entonces sucedió.

Cruzando en plena lluvia un sector menos elevado, entro agua por arriba.
Pobre carburador!
Pif!, paf! Puf!
Hasta ahí llego el motor.

En medio de la nada.
Mi chofer triste, lloriqueando junto a una pobre loica, las garzas y mis queltehues
Finalmente en silencio.

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