miércoles, 13 de julio de 2022

Continuación de Noche de Feos

Entramos al bar.
El mozuelo del mesón esbozó una sonrisa casi cómplice al vernos de reojo.  
Pedimos dos café espresso, perfumados como ella.
Ella no olia a café, pero si cerrabas los ojos, sentías el aroma a chaleco mojado por la lluvia, casi un chivo.
Nos sentamos calladamente, cada uno sorbeteando de su taza.
Mientras bebía, sentía cómo la amargura del café se fundía con la mía, entonces me pregunté 
¿Porque qué estoy aquí?
¿ Porque ella está aquí?
Nos miramos a los ojos, pero sin preguntar nada, cuando de repente, ella abrió la boca para solo decir, tenía curiosidad.

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